Cuando llegamos a estas fechas, se nos llena el corazón de gozo. ¡Qué placer pasearse por entre los bancales! Ver las plantas llenas de vida, exuberantes, felices, o incluso ya marchitas por haber llegado al fin de su ciclo, es una sensación de paz, calma y alegría que te levanta el ánimo para el resto del día. es por ello que no me resisto a publicar sus imágenes, a fin de que otros puedan disfrutar, aunque más no sea de su presencia. Si hubiese posibilidad, también serían compartidos sus frutos.
Es por lo que animo a todo aquel que tenga sus plantitas cultivadas con cariño, que muestre su trabajo, para que otros podamos también disfrutar de esa alegría que seguro tiene su dueño.
Es por lo que animo a todo aquel que tenga sus plantitas cultivadas con cariño, que muestre su trabajo, para que otros podamos también disfrutar de esa alegría que seguro tiene su dueño.

El pequeño manzano va prosperando. Alguna que otra manzana se ha caído, pero estas parecen que van por buen camino.
Las pimenteras se encuentran en pleno desarrollo de sus frutos. Hay que tener cuidado para que no se soleen con los grandes calores que vienen de vez en cuando.

Estas son algunas de las plantas que sembré para posteriormente trasplantar a los bancales. Estas se quedaron en el lugar de nacimiento. Todavía puede verse el armazón que sustentaba el plástico. Ahí se quedaron. Las cuido regándolas. Si dan fruto, mejor que mejor. Y si no, vivieron.
Las tomateras son realmente un espectáculo digno de ser admirado. Yo no me canso de mirarlas una y otra vez. Esos sus frutos, colgando elegantes y silenciosos.
Los calabacines, parecen no tener fin. Se cortan y al poco nacen otros. Son sensacionales.
El maíz ya pasó de los dos metros. Tuve que arreglar el pie de tierra porque las tormentas que hubo, tumbaron por tres veces sus tallos. Ahora creo que ya no tendrán más problemas.
Algunos de los puerros en un pequeño bancal que les preparé aparte. El estar cubiertos de paja les mantiene la tierra siempre húmeda. Y esto hace que se desarrollen muy bien.
Una planta de melón. Creo que comeremos algún que otro melón este verano
Belleza incomparable.
Sandía entre puerros. Se ven hermosas.
Esta Sandía está al abrigo de un zapallito, como si le hubiese adoptado.
Los zapallitos son un espectáculo de colorido y exuberancia. Meterse en su interior es descubrir todo un mundo de sensaciones.
Las patatas dan muestras de llegar al fin de vida. Empiezan tumbándose y poco a poco se secan. Pero la sorpresa está bajo la tierra.
Algunos gladiolos, rodeados de tomateras, hinojo y dalias.
Esta densidad de uvas me está dejando perplejo. Hasta los sarmientos se arquean soportando tan enorme peso.
Pepinos y tomates que enriquecen las frescas ensaladas del verano.
Estas son las dalias que hacen compañía a los gladiolos.
Un kaki. El arbolito es primerizo y tiene solo cinco, pero son hermosos.
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