¡El viento se ha llevado las nubes de triteza;
el verdor del jardín está limpio y sonoro;
los pájaros han vuelto detrás de la belleza
y del ocaso gris surge un verjel de oro!
(Juan Ramón Jiménez: "La soledad sonora")
Mediados de marzo. Parece que el verano se ha anticipado a su fecha normal. Y las plantas se adelantan. Nuestras tierras están situadas en la Meseta Norte, y esto supone un serio peligro de heladas en momentos en los que la naturaleza ya va avanzada.
Pero ahora, es tiempo de admirar el despertar de la mayoría de los vegetales. Los perales están abriendo sus primeras flores.
Este albaricoquero está en su primer año de trasplante y ya dispone de unas cuantas flores. Es
hermoso y detener la mirada en él, llena el espíritu de vida.
El nectarino también en su segundo año se ha vestido de fiesta. El año pasado ya dio una nectarina.
Una pequeña tabla de trigo ancestral. Es trigo candeal. Y confío en que se dedsarrolle sano y orgulloso.Tuve que protegerlo con tiras de plástico porque en sus comienzos los pájaros daban buena cuenta de él. Al fondo, bajo plástico ya sembré unas cuantas patatas andinas, de las que tengo sumo cuidado porque pretendo sacarlas adelante a pesar de las heladas tardías que suelen venir hacia finales de abril.
Y estos semilleros de pimientos los tengo en casa. De la ventana a la cocina, y así cada día. En el huerto tengo muchas más en un pequeño invernadero: Cebollas, puerros, acelgas, lechugas, perejil.
Dentro de poco, cuando saque alguna foto más de las plantas que se están desarrollando en el vivero, las subiré para que todos los amantes de la naturaleza puedan disfrutar como lo hago yo.
La preparación de los biofertilizantes que estoy preparando, también merecen que les dedique algúna información porque creo que todos pueden beneficiarse con ellos. Hasta pronto.
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